El pueblo Saharaui 

Il popolo Saharawi

 

El pueblo Saharaui está constituido por numerosos grupos tribales descendientes de los primeros emigrantes conquistadores islámicos. Como en la mayor parte del Magreb, la religión es el Islam sunita.

El pueblo sahrāwī ("sahariano", de la palabra árabe  sahrā’, o sea "Sahara"), algunas veces también transcrito  sahrawi o saharawi, está constituido por los grupos tribales tradicionalmente residentes en las zonas del Sahara Occidental gravitantes entre   Sāqiyat al-hamra y  Wadi al-dhahab (Río de Oro) que, ya en el curso de la dominación de España, habían comenzado en los años treinta a reclamar su independencia. Pero sobre esta área, rica en fosfatos, también avanzaba sus pretensiones Marruecos y es por ello que las poblaciones de la región han conocido grandes dificultades para realizar sus ambiciones y verse reconocidos a nivel internacional e incluso inter-árabe. Parece ser que las tribus desciendan de dos grupos establecidos en el área desde la época de las primeras conquistas islámicas, a finales del siglo VII D.c. Estas tribus reivindican una ascendencia árabe, y para demostrarla hacen referencia a su dialecto, definido  Hassāniyya, un idioma hablado también en la confinante Mauritania y en Argelia, caracterizado por un enunciado estructuralmente árabe aunque con varios berberiscos y trazos de idiomas negro-africanos, como el wolof.

El Sahara Occidental es un territorio de casi 266.000 Km. cuadrados que se asoma al Atlántico y que confina con Marruecos, Argelia y Mauritania. En el punto de encuentro de los confines de estos tres Estados, en territorio argelino, están situados los Campos Prófugos Saharauis, principal lugar de actividad del país así como territorio de intervención del presente proyecto. La región es en gran parte desértica, las precipitaciones son escasas y en las pocas áreas cultivables se encuentra sobre todo una agricultura de subsistencia.

La población Saharaui se ha refugiado en esta zona después de la ocupación por parte de Marruecos y de Mauritania de su territorio, el Sahara Occidental.

El Sahara Occidental es una región del Norte de África. Ha sido una colonia española (con el nombre de Sahara Español) hasta 1976, cuando España se retiró y Marruecos se anexionó primero los dos tercios septentrionales y el resto del territorio en 1979, tras la retirada de Mauritania pactada con el Frente Polisario. Las Naciones Unidas han emitido numerosas resoluciones de condena a la anexión reafirmando el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.

El Frente Polisario, ya activo desde 1973 en la lucha contra la colonización española, se opuso a las anexiones y el 27 febrero de 1976 proclamó la República Árabe Saharaui Democrática en Bir Lehlu. Ejerce el poder soberano en las cuatro zonas autónomas de los campos de refugiados Saharauis al sur de Tindouf, en Argelia, y en casi un cuarto del territorio del Sahara Occidental, llamada zona liberada, en los confines con Argelia y Mauritania. Reclamándose al derecho de Autodeterminación de los pueblos, desde 1990 está a la espera del referéndum programado para la eventual toma de posesión del Sahara Occidental. La eventual transición está confiada por las Naciones Unidas a la misión MINURSO.

La guerrilla contra Marruecos terminó con un alto el fuego en 1991, con la promesa de celebrar el referéndum decidido por la ONU en enero de 1992; referéndum sobre el status definitivo del Sahara Occidental que todavía no se ha realizado. En el 2004, la duración de la misión ONU en el país fue prorrogada para permitir el examen de una nueva propuesta de paz, que prevé un referéndum dentro de 5 años, durante los cuales el área estará sujeta a una “Autoridad del Sahara Occidental” guiada por un ejecutivo elegido por la población saharaui.

Los principales recursos económicos son el pastoreo practicable en el marco de los campos y del nomadismo, y un modestísimo mercado de bienes y servicios basado en el dinero que llega del exterior y de las pensiones de guerra españolas. Por el resto, la economía está exclusivamente ligada a la Cooperación Internacional y a las Ayudas Humanitarias y para el  Desarrollo.

En 1982, la RASD es admitida en la Organización para la Unidad Africana y comienza a tejer una serie de relaciones internacionales que llevarán al reconocimiento de este Estado en el exilio por parte de casi 80 países, con la consiguiente apertura de diversas oficinas de representación en Europa y en el mundo. Mientras tanto, la guerra con Marruecos ha obligado a casi dos tercios de la población a refugiarse en la región argelina de Tindouf en una serie de campos de prófugos. Con el fin de separar a los refugiados de su tierra de proveniencia, Marruecos ha construido un muro de 2.700 kilómetros constelado de millones de minas.  

 

En 1988, a propuesta de las Naciones Unidas, las partes en causa delinean un plan para la resolución pacífica del conflicto. En 1991, con la consecución de un alto el fuego, la ONU envía en misión al Sahara Occidental una delegación (MINURSO) con la tarea de vigilar la tregua y organizar el previsto referéndum. Este referéndum ha sido siempre fuertemente obstaculizado por las autoridades marroquíes y a día de hoy todavía no se ha celebrado.

 

Los Territorios Ocupados: represión, desaparecidos y resistencia.

Con la invasión de 1976 y el ingreso de las tropas en el territorio, el monarca marroquí puso en marcha el proceso de desnaturalización de la identidad saharaui; proceso marcado por innumerables violencias y sistemáticas violaciones de los derechos humanos. En los territorios ocupados este proceso sigue dos caminos paralelos. Por un lado, se ha puesto en pie un régimen de represión con el objetivo de eliminar todo elemento identitario saharaui: está prohibido hablar hassanija,  vestir los trajes tradicionales saharauis, ondear la bandera de la RASD y está prohibida toda forma de expresión de sentimientos nacionalistas. Cualquier sospechoso de simpatizar con el Polisario es detenido y torturado, ampliando así la larga lista de los desaparecidos saharauis. La información es controlada y filtrada, y la escasa presencia de periodistas extranjeros es mantenida bajo un control constante. Los Saharauis no pueden formar ningún tipo de asociación, ni siquiera con objetivos sociales. Para impedir a los saharauis residentes en los territorios ocupados el reunirse con los exiliados de Tindouf o, simplemente, salir del país, la policía militar ha retirado, desde el principio de la ocupación, todos los pasaportes. Mientras se intentaba eliminar todo rasgo identitario saharaui, el monarca paralelamente ponía en marcha una política de repoblación de la colonia tendente a reconfigurar la población del Sahara Occidental: la de una población fiel al propio rey. Los colonos marroquíes fueron reclutados gracias a un incentivo económico y a la perspectiva de la recuperación de las tierras.

Paralelamente a la instauración de este régimen represivo, fue activada una política de integración de los Saharauis en la población marroquí. Esta política ha sido puesta en práctica mediante varios instrumentos: los matrimonios mixtos, la educación como medio para hacer perder a los jóvenes saharauis las propias referencias culturales e identitarias (enseñanza del dialecto marroquí, programas escolásticos, particularmente los de historia y literatura, basados unilateralmente en la identidad marroquí) y la corrupción moral (alcohol, droga y prostitución).

En los territorios ocupados, la policía militar ha dado vida a un auténtico régimen de terror: los continuos allanamientos sin mandato y la detención sin acusación constituyen la norma. Los detenidos son encerrados en centros secretos y sufren regularmente maltratos y diversas formas de tortura, que Amnistía Internacional ha denunciado ya desde el principio. Los acusados son raramente procesados, de manera que las denuncias de maltrato y torturas no lleguen a ser conocidas públicamente. La desaparición de civiles y las detenciones arbitrarias siguen frecuentemente venganzas transversales: no pudiendo golpear al adversario golpean a toda su familia. Desaparecen niños, mujeres, ancianos, enteras familias. Muchos mueren en las cárceles, otros muchos han enloquecido, todos son torturados.

“[...] Comencé a tener pesadillas y a ver fantasmas. Después perdí la memoria y comencé a delirar y los guardias me golpeaban, porque no tenia permiso para hablar”. Muy difundida es la desaparición de los detenidos y durante muchos años los centros de detención han permanecido secretos, incluso para las familias de los detenidos. “Es una técnica practicada por el régimen para desestabilizar a las familias y a los amigos, para debilitar su resistencia, para aterrorizar a la población y para generalizar el sentimiento de inseguridad”. A pesar de ello, muchas familias saharauis encuentran el coraje de organizarse en la Afapredesa, la Asociación de familiares de los presos y desaparecidos saharauis.

Los desaparecidos saharauis, civiles y militares, que hasta los años 80 eran casi 800, no fueron reconocidos durante mucho tiempo por el régimen marroquí. En un primer momento, Marruecos ni siquiera reconoció la existencia del Polisario. No reconociendo la existencia de estos presos políticos y de guerra, el monarca pudo ignorar la protección que la Convención de Ginebra les concede y negar el acceso a la Cruz Roja Internacional. En 1990, también gracias a un libro-denuncia de un periodista francés, el “jardín secreto” del rey fue parcialmente descubierto, y el monarca se vio obligado a dar a conocer, al Comité de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los nombres y localizaciones de algunos centros de detencion. El año siguiente fueron liberados 300 presos, que formaban parte de la larga lista de desaparecidos, y comenzaron los procesos. A día de hoy, no obstante la liberación de todos los presos marroquíes por parte del Frente Polisario, los desaparecidos saharauis son 526 civiles y 151 militares.

Marruecos, gracias sobre todo al arma de la corrupción y la promesa de privilegios y, a veces, de parcelas de poder, ha conseguido que algunos miembros del Polisario cambiaran de bando. Estos

desertores saharauis han sido usados por la propaganda marroquí. A pesar del descubrimiento de los “jardines secretos” de Hassan II y de algunas fosas comunes, la monarquía marroquí le ha dado la vuelta a los motivos de las denuncias del Polisario. De hecho, según su propaganda, los prófugos no habrían escapado a causa de los bombardeos marroquíes, sino que habrían sido secuestrados por el Polisario en los campos de Tindouf, donde serían torturados y hechos desaparecer.

“[…] ninguna causa puede justificar lo que está haciendo el Polisario cuando secuestra a la gente contra su voluntad en un desierto aislado donde no tienen la más  mínima relación con el exterior, sembrando el terror contra los que quieren escapar de sus siniestros campos de concentración apenas camuflados, y recurriendo a la violencia armada contra mujeres y ancianos […] En esos campos no existe el derecho de circular, de viajar, de visita, es el reino de la arbitrariedad, de los “comisarios políticos” y de los distintos sistemas de vigilancia política. Las familias son separadas la una de la otra y se les impide juntarse con sus parientes. Todo esto sucede en ausencia total de transparencia, de información sobre lo que sucede realmente […] A menudo los jefes de los campos organizan un recuento por la mañana y por la noche para controlar si están todos presentes, porque la gente escapa para reencontrar la propia libertad. Desgraciadamente las mujeres y los niños, y también los ancianos, frecuentemente no lo consiguen. El aislamiento geográfico agrava esta situación de desolación total. Los maridos, los hermanos, permanecen a su pesar, porque no pueden partir sin sus hijos, sin sus parientes”.

Desde 1999 se ha difundido una protesta generalizada, que se expresa mediante manifestaciones públicas y no violentas que los mismos Saharauis llaman Intifada. Los motivos de la protesta son tanto la falta de libertad como la reivindicación de independencia. Desde el 21 de mayo del 2005, la Intifada ha retomado fuerza y está en curso una resistencia popular no violenta, para protestar contra la sistemática violación de los derechos humanos. La reacción de las autoridades marroquíes se ha traducido en una violenta represión, particularmente contra los activistas de derechos humanos. Amnistía Internacional ha intervenido exigiendo insistentemente a las autoridades marroquíes el garantizar a todos un proceso equo, el respeto de los derechos humanos y el procesamiento de las personas responsables de tales violaciones. Las asociaciones marroquíes que trabajan en defensa de los derechos humanos se han unido al llamamiento por la liberación de los presos políticos saharauis.

Concluimos con una amarga constatación: la MINURSO, la misión de la ONU presente en el territorio, no ha denunciado nunca ni ha intervenido jamás frente a la sistemática violación de los derechos humanos. A pesar de que el pasaje de los poderes administrativos a la MINURSO nunca se ha producido, por causas ya vistas, resulta un hecho grave que la ONU haya sido una espectadora pasiva en el Sahara Occidental.

 

Il popolo Saharawi è costituito da numerosi gruppi tribali discendenti dai primi migranti conquistatori islamici. Come nella maggior parte del Maghreb la religione è l’Islam sunnita.

Il popolo sahrāwī ("sahariano", dalla parola araba sahrā’, ossia "Sahara"), talvolta trascritto anche sahrawi o saharawi, è costituito dai gruppi tribali tradizionalmente residenti nelle zone del Sahara Occidentale gravitanti sul Sāqiyat al-hamra e sul Wadi al-dhahab (Río de Oro) che, già nel corso della dominazione della Spagna, avevano cominciato negli anni trenta a reclamare la loro indipendenza. Sull'area, ricca di fosfati avanzava però pretese anche il Marocco e fu per questo che le popolazioni della regione hanno conosciuto grandi difficoltà per realizzare le loro ambizioni e vedersi riconosciuti su un piano internazionale e persino inter-arabo. Le tribù sembra discendano da due gruppi insediatisi nell'area fin dall'epoca delle prime conquiste islamiche, alla fine del VII secolo d.C.. Esse rivendicano un'ascendenza araba, per dimostrare la quale fanno riferimento al loro dialetto, definito Hassāniyya, un idioma parlato anche nella confinante Mauritania e nell'Algeria, caratterizzato da un impianto strutturalmente arabo pur con vari berberismi e tracce di idiomi nero-africani, come il wolof.

 

Il Sahara Occidentale è un territorio di circa 266.000 Kmq affacciato sull’Atlantico e confinante con Marocco, Algeria e Mauritania. Nel punto di incontro dei confini di questi tre stati, in territorio algerino, sono situati i  Campi Profughi Saharawi, principale luogo di attività del paese nonché territorio d’intervento del presente progetto. La regione è in gran parte desertica, le precipitazioni sono scarse e nelle poche aree coltivabili si trova soprattutto una agricoltura di sussistenza.

 

La popolazione Saharawi si è rifugiata in questa zona a seguito dell’occupazione da parte del Marocco e della Mauritania del loro territorio il Sahara occidentale.

Il Sahara Occidentale è una regione del Nordafrica. È stata una colonia spagnola (con il nome di Sahara Spagnolo) fino al 1976 quando la Spagna si ritirò e il Marocco ne annetté i due terzi settentrionali e il resto del territorio nel 1979, a seguito del ritiro della Mauritania pattuito col Fronte Polisario. Le Nazioni Unite hanno emesso numerose risoluzioni di condanna all'annessione ribadendo comunque il diritto del popolo sahrawi all'autodeterminazione.

 

Il Fronte Polisario, già attivo fin dal 1973 nella lotta contro la colonizzazione spagnola, si oppose alle annessioni e proclamò il 27 febbraio 1976 la Repubblica democratica araba Sahrawi. La Repubblica è stata proclamata il 27 febbraio 1976 dal Fronte Polisario a Bir Lehlu. Esercita il potere sovrano sulle quattro zone autonome dei campi dei rifugiati Saharawi a sud di Tindouf in Algeria e su circa un quarto del territorio del Sahara Occidentale, detta zona libera, ai confini con l'Algeria e della Mauritania. Rifacendosi al diritto di Autodeterminazione dei popoli è in attesa dal 1990 del referendum programmato per l'eventuale presa in possesso del Sahara Occidentale. L'eventuale transizione è affidata dalle Nazioni Unite alla missione MINURSO.

  

La guerriglia contro il Marocco terminò con un cessate il fuoco del 1991 con la promessa di celebrare il referendum deciso dall'ONU nel gennaio 1992; il referendum sullo status definitivo del Sahara Occidentale non è stato tuttavia ancora effettuato. Nel 2004 la durata della missione ONU nel paese è stata prorogata per consentire l'esame di una nuova proposta di pace, che prevede un referendum entro 5 anni, durante i quali l'area sarà soggetta a un'"Autorità del Sahara Occidentale" guidata da un esecutivo eletto dalla popolazione sahrawi.

Le principali risorse economiche sono la poca pastorizia possibile nell’ambito dei campi e nel nomadismo e un modestissimo mercato di beni e servizi prodotto dalle rimesse estere e dalle pensioni di guerra spagnole. Per il resto l’economia è esclusivamente legata alla Cooperazione Internazionale e agli Aiuti Umanitari e di Sviluppo.

 

Nel 1982 la RASD è ammessa all’Organizzazione per l’Unità Africana e inizia a tessere una serie di rapporti internazionali che porteranno al riconoscimento di questo stato in esilio da parte di circa 80 Paesi con conseguente apertura di diversi uffici di rappresentanza in Europa e nel mondo. Nel frattempo, la guerra con il Marocco ha costretto quasi i due terzi della popolazione a rifugiarsi nella regione algerina di Tindouf in una serie di campi profughi. Al fine di separare i rifugiati dalla terra di provenienza il Marocco innalza un muro di 2.700 chilometri costellato di milioni di mine.

 

Nel 1988 su proposta delle Nazioni Unite viene delineato dalle parti in causa un piano per la risoluzione pacifica del conflitto. Nel 1991, con il conseguimento di un cessate il fuoco, l’ONU invia in missione nel Sahara occidentale una delegazione (MINURSO) col compito di vigilare sulla tregua e organizzare il previsto referendum. Questo referendum è sempre stato fortemente osteggiato dall’autorità marocchina e all’oggi non si è ancora mai tenuto.

 

I Territori Occupati: repressione, desaparecidos e resistenza.

Con l’invasione del 1976 e l’ingresso delle truppe nel territorio il monarca marocchino diede avvio al processo di denaturazione dell’identità saharawi, segnato da innumerevoli violenze e sistematiche violazioni dei diritti umani.
Nei territori occupati questo processo segue due binari paralleli. Da un lato, infatti, è stato messo in atto un regime di repressione, che mira ad eliminare ogni elemento identitario saharawi: vige il divieto di parlare hassanija, di indossare gli abiti tradizionali saharawi, di sventolare la bandiera della Rasd
ed è bandita ogni espressione di sentimenti nazionalistici. Chiunque venga sospettato di simpatizzare per il Polisario viene arrestato e torturato, allungando la lunga lista dei desaparecidos saharawi. L’informazione è controllata e filtrata, e la scarsa presenza di giornalisti stranieri viene mantenuta sotto un controllo costante. I Saharawi non possono costituirsi in nessun tipo di associazione, neanche a scopo sociale. Per impedire ai saharawi rimasti nei territori occupati di congiungersi agli esuli di Tindouf o, semplicemente, di lasciare il paese, la polizia militare ha ritirato, fin da subito, tutti i passaporti.
Mentre si cercava di eliminare ogni segno identitario saharawi, il monarca perseguiva, parallelamente, una politica di popolamento della colonia, in modo da dare una diversa configurazione alla popolazione del Sahara Occidentale: quella di una popolazione fedele al proprio re. I coloni marocchini vennero reclutati grazie a un incentivo economico e alla prospettiva del recupero delle terre.
Parallelamente all’attuazione di questo regime repressivo, venne attivata una politica di integrazione dei Saharawi nella popolazione marocchina. Questa linea viene perseguita attraverso vari strumenti: i matrimoni misti, l’educazione, come mezzo per far perdere ai giovani saharawi i propri riferimenti culturali e identitari (insegnamento del dialetto marocchino, programmi scolastici, in particolar modo quelli di storia e letteratura, che rinviano unilateralmente all’identità marocchina) e la corruzione morale (tra cui, alcool, droga e prostituzione).
Nei territori occupati la polizia militare ha dato vita ad un vero e proprio regime di terrore: le continue persecuzioni senza mandato e l’arresto senza imputazione costituiscono la norma. I detenuti sono posti in centri segreti e subiscono, regolarmente, maltrattamenti e varie forme di tortura, che Amnesty International ha denunciato fin dai primi anni. Gli accusati vengono raramente processati, in modo da non fare arrivare a livello pubblico le denunce di maltrattamento e tortura.
La scomparsa di civili e gli arresti arbitrari seguono, spesso, vendette trasversali: non potendo colpire l’avversario colpiscono tutta la sua famiglia. Spariscono bambini, donne, anziani, intere famiglie. Molti muoiono nelle carceri, tanti sono impazziti, tutti sono torturati.

“[...] Cominciai ad avere incubi e a vedere fantasmi. Poi persi la memoria e incominciai a delirare e le guardie mi punivano, perchè non avevo il permesso di parlare.”
Diffusa, infatti, è la scomparsa degli arrestati e, per molti anni, sono rimasti segreti i luoghi di detenzione, anche alle famiglie stesse.
“E’ una tecnica praticata dai regimi per destabilizzare la famiglia e gli amici, per fiaccare la loro resistenza, per terrorizzare la popolazione e per generalizzare il senso di insicurezza.”

Nonostante ciò, molte famiglie saharawi trovarono il coraggio di organizzarsi nell’ Afapredesa, l’Associazione dei familiari dei prigionieri e degli scomparsi saharawi.
I desaparecidos saharawi, civili e militari, che fino agli anni’80 erano circa 800, non furono riconosciuti, per moltissimi anni, dal regime marocchino. In un primo tempo, il Marocco non riconobbe neppure l’esistenza del Polisario. Non riconoscendo l’esistenza di questi prigionieri politici e di guerra, il monarca potè ignorare la protezione che la Convenzione di Ginevra accorda loro e negare l’accesso alla Croce Rossa Internazionale.
Nel 1990, anche grazie a un libro-deuncia di un giornalista francese
, il “giardino segreto” del re venne parzialmente scoperto, e il monarca fu costretto a rendere noti, al Comitato delle Nazioni Unite per i diritti umani, i nomi e le locazioni di alcuni centri di detenzione. L’anno successivo vennero liberati 300 detenuti, che facevano parte della lunga lista di desaparecidos, ed iniziarono i processi.
Ad oggi, nonostante la liberazione di tutti i prigionieri marocchini da parte del Fronte Polisario, i desaparecidos saharawi sono 526 civili e 151 militari.
Il Marocco, grazie soprattutto all’arma della corruzione e la promessa di privilegi e, talvolta, di ruoli di potere, è riuscito a fare mutare parte ad alcuni membri del Polisario. I fuoriusciti saharawi sono stati usati per la propaganda marocchina. Nonostante la scoperta dei “giardini segreti” di Hassan II e di alcune fosse comuni, la monarchia marocchina ha ribaltato i motivi delle denunce del Polisario. Secondo la propaganda, infatti, i profughi non sarebbero fuggiti a causa dei bombardamenti marocchini, ma sarebbero stati sequestrati dal Polisario nei campi di Tindouf, dove verrebbero torturati e fatti scomparire.
 

“[..] nessuna causa può giustificare quello che sta facendo il “Polisario” quando sequestra la gente contro il suo volere in un deserto isolato dove non ha il minimo legame con l’esterno, seminando il terrore contro coloro che vogliono fuggire dai suoi sinistri campi di concentramento appena camuffati, e ricorrendo alla violenza armata contro donne e anziani [...]

     In quei campi, non c’è diritto di circolare, di viaggiare, di visitare, è il regno dell’arbitrario, dei “commissari politici” e dei vari sistemi di sorveglianza politica. Le famiglie sono allontanate l’una dall’altra, e impedite di raggiungere i loro parenti. Tutto ciò avviene nella mancanza totale di trasparenza, d’informazione su quello che succede realmente. [...]

     Spesso i capi di campi organizzano un raduno la mattina e la sera per controllare se sono tutti presenti, perché la gente fugge per ritrovare la propria libertà. Purtroppo le donne e i bambini, ed anche gli anziani non ci riescono spesso. L’isolamento geografico aggrava questa situazione di desolazione totale. I mariti, i fratelli rimangono loro malgrado, perché non possono partire senza i loro figli, i loro parenti.”
Dal 1999 si è diffusa una protesta generalizzata, che si esprime attraverso manifestazioni pubbliche e non-violente che gli stessi Saharawi chiamano Intifada. La protesta muove, sia dalla, mancata libertà, che dalla rivendicazione d’indipendenza.
Dal 21 maggio 2005 l’Intifada ha ripreso vigore ed è in corso una resistenza popolare non violenta, per protestare contro la sistematica violazione dei diritti umani. La reazione delle autorità marocchine si è tradotta in una violenta repressione, in particolar modo nei confronti degli attivisti dei diritti umani.
Amnesty International è intervenuta chiedendo insistentemente alle autorità marocchine di garantire a tutti un processo equo, di rispettare i diritti umani e di processare le persone responsabili di tali violazioni.
Le associazioni marocchine che operano in difesa dei diritti umani si sono uniti all’appello di liberazione dei prigionieri politici saharawi.Concludiamo con un’amara constatazione: La Minurso, la missione dell’Onu presente nel territorio, non ha mai denunciato, nè è mai intervenuta davanti alla sistematica violazione dei diritti umani. Nonostante il passaggio dei poteri amministrativi alla Minurso non sia mai avvenuto, per cause già viste, risulta comunque di una certa gravità che l’Onu sia stata spettatrice passiva nel Sahara Occidentale.