El pueblo Saharaui está constituido por numerosos grupos tribales
descendientes de los primeros emigrantes conquistadores islámicos. Como
en la mayor parte del Magreb, la religión es el Islam sunita.
El pueblo sahrāwī ("sahariano", de la palabra árabe sahrā’,
o sea "Sahara"), algunas veces también transcrito sahrawi o
saharawi, está constituido por los grupos tribales tradicionalmente
residentes en las zonas del Sahara Occidental gravitantes entre
Sāqiyat al-hamra y Wadi al-dhahab (Río de Oro) que, ya en el curso de
la dominación de España, habían comenzado en los años treinta a reclamar
su independencia. Pero sobre esta área, rica en fosfatos, también
avanzaba sus pretensiones Marruecos y es por ello que las poblaciones de
la región han conocido grandes dificultades para realizar sus ambiciones
y verse reconocidos a nivel internacional e incluso inter-árabe. Parece
ser que las tribus desciendan de dos grupos establecidos en el área
desde la época de las primeras conquistas islámicas, a finales del siglo
VII D.c. Estas tribus reivindican una ascendencia árabe, y para
demostrarla hacen referencia a su dialecto, definido Hassāniyya, un
idioma hablado también en la confinante Mauritania y en Argelia,
caracterizado por un enunciado estructuralmente árabe aunque con varios
berberiscos y trazos de idiomas negro-africanos, como el wolof.
El Sahara Occidental es un territorio de casi 266.000 Km. cuadrados que
se asoma al Atlántico y que confina con Marruecos, Argelia y Mauritania.
En el punto de encuentro de los confines de estos tres Estados, en
territorio argelino, están situados los Campos Prófugos Saharauis,
principal lugar de actividad del país así como territorio de
intervención del presente proyecto. La región es en gran parte
desértica, las precipitaciones son escasas y en las pocas áreas
cultivables se encuentra sobre todo una agricultura de subsistencia.
La población Saharaui se ha refugiado en esta zona después de la
ocupación por parte de Marruecos y de Mauritania de su territorio, el
Sahara Occidental.
El Sahara Occidental es una región del Norte de África. Ha sido una
colonia española (con el nombre de Sahara Español) hasta 1976, cuando
España se retiró y Marruecos se anexionó primero los dos tercios
septentrionales y el resto del territorio en 1979, tras la retirada de
Mauritania pactada con el Frente Polisario. Las Naciones Unidas han
emitido numerosas resoluciones de condena a la anexión reafirmando el
derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
El Frente Polisario, ya activo desde 1973 en la lucha contra la
colonización española, se opuso a las anexiones y el 27 febrero de 1976
proclamó la República Árabe Saharaui Democrática en Bir Lehlu.
Ejerce el poder soberano en las cuatro zonas autónomas de los campos de
refugiados Saharauis al sur de Tindouf, en Argelia, y en casi un cuarto
del territorio del Sahara Occidental, llamada zona liberada, en los
confines con Argelia y Mauritania. Reclamándose al derecho de
Autodeterminación de los pueblos, desde 1990 está a la espera del
referéndum programado para la eventual toma de posesión del Sahara
Occidental. La eventual transición está confiada por las Naciones Unidas
a la misión MINURSO.
La guerrilla contra Marruecos terminó con un alto el fuego en 1991, con
la promesa de celebrar el referéndum decidido por la ONU en enero de
1992; referéndum sobre el status definitivo del Sahara Occidental que
todavía no se ha realizado. En el 2004, la duración de la misión ONU en
el país fue prorrogada para permitir el examen de una nueva propuesta de
paz, que prevé un referéndum dentro de 5 años, durante los cuales el
área estará sujeta a una “Autoridad del Sahara Occidental” guiada por un
ejecutivo elegido por la población saharaui.
Los principales recursos económicos son el pastoreo practicable en el
marco de los campos y del nomadismo, y un modestísimo mercado de bienes
y servicios basado en el dinero que llega del exterior y de las
pensiones de guerra españolas. Por el resto, la economía está
exclusivamente ligada a la Cooperación Internacional y a las Ayudas
Humanitarias y para el Desarrollo.
En 1982, la RASD es admitida en la Organización para la Unidad Africana
y comienza a tejer una serie de relaciones internacionales que llevarán
al reconocimiento de este Estado en el exilio por parte de casi 80
países, con la consiguiente apertura de diversas oficinas de
representación en Europa y en el mundo. Mientras tanto, la guerra con
Marruecos ha obligado a casi dos tercios de la población a refugiarse en
la región argelina de Tindouf en una serie de campos de prófugos. Con el
fin de separar a los refugiados de su tierra de proveniencia, Marruecos
ha construido un muro de 2.700 kilómetros constelado de millones de
minas.
En 1988, a propuesta de las Naciones Unidas, las partes en causa
delinean un plan para la resolución pacífica del conflicto. En 1991, con
la consecución de un alto el fuego, la ONU envía en misión al Sahara
Occidental una delegación (MINURSO) con la tarea de vigilar la tregua y
organizar el previsto referéndum. Este referéndum ha sido siempre
fuertemente obstaculizado por las autoridades marroquíes y a día de hoy
todavía no se ha celebrado.
Los Territorios Ocupados: represión, desaparecidos y resistencia.
Con la invasión de 1976 y el ingreso de las tropas en el territorio, el
monarca marroquí puso en marcha el proceso de desnaturalización de la
identidad saharaui; proceso marcado por innumerables violencias y
sistemáticas violaciones de los derechos humanos. En los territorios
ocupados este proceso sigue dos caminos paralelos. Por un lado, se ha
puesto en pie un régimen de represión con el objetivo de eliminar todo
elemento identitario saharaui: está prohibido hablar hassanija,
vestir los trajes tradicionales saharauis, ondear la bandera de la RASD
y está prohibida toda forma de expresión de sentimientos nacionalistas.
Cualquier sospechoso de simpatizar con el Polisario es detenido y
torturado, ampliando así la larga lista de los desaparecidos
saharauis. La información es controlada y filtrada, y la escasa
presencia de periodistas extranjeros es mantenida bajo un control
constante. Los Saharauis no pueden formar ningún tipo de asociación, ni
siquiera con objetivos sociales. Para impedir a los saharauis residentes
en los territorios ocupados el reunirse con los exiliados de Tindouf o,
simplemente, salir del país, la policía militar ha retirado, desde el
principio de la ocupación, todos los pasaportes. Mientras se intentaba
eliminar todo rasgo identitario saharaui, el monarca paralelamente ponía
en marcha una política de repoblación de la colonia tendente a
reconfigurar la población del Sahara Occidental: la de una población
fiel al propio rey. Los colonos marroquíes fueron reclutados gracias a
un incentivo económico y a la perspectiva de la recuperación de las
tierras.
Paralelamente a la instauración de este régimen represivo, fue activada
una política de integración de los Saharauis en la población marroquí.
Esta política ha sido puesta en práctica mediante varios instrumentos:
los matrimonios mixtos, la educación como medio para hacer perder a los
jóvenes saharauis las propias referencias culturales e identitarias
(enseñanza del dialecto marroquí, programas escolásticos,
particularmente los de historia y literatura, basados unilateralmente en
la identidad marroquí) y la corrupción moral (alcohol, droga y
prostitución).
En los territorios ocupados, la policía militar ha dado vida a un
auténtico régimen de terror: los continuos allanamientos sin mandato y
la detención sin acusación constituyen la norma. Los detenidos son
encerrados en centros secretos y sufren regularmente maltratos y
diversas formas de tortura, que Amnistía Internacional ha denunciado ya
desde el principio. Los acusados son raramente procesados, de manera que
las denuncias de maltrato y torturas no lleguen a ser conocidas
públicamente. La desaparición de civiles y las detenciones arbitrarias
siguen frecuentemente venganzas transversales: no pudiendo golpear al
adversario golpean a toda su familia. Desaparecen niños, mujeres,
ancianos, enteras familias. Muchos mueren en las cárceles, otros muchos
han enloquecido, todos son torturados.
“[...]
Comencé a tener pesadillas y a ver fantasmas. Después perdí la memoria y
comencé a delirar y los guardias me golpeaban, porque no tenia permiso
para hablar”. Muy difundida es la desaparición de los detenidos y
durante muchos años los centros de detención han permanecido secretos,
incluso para las familias de los detenidos. “Es una técnica practicada
por el régimen para desestabilizar a las familias y a los amigos, para
debilitar su resistencia, para aterrorizar a la población y para
generalizar el sentimiento de inseguridad”. A pesar de ello, muchas
familias saharauis encuentran el coraje de organizarse en la
Afapredesa, la Asociación de familiares de los presos y
desaparecidos saharauis.
Los desaparecidos saharauis, civiles y militares, que hasta los
años 80 eran casi 800, no fueron reconocidos durante mucho tiempo por el
régimen marroquí. En un primer momento, Marruecos ni siquiera reconoció
la existencia del Polisario. No reconociendo la existencia de estos
presos políticos y de guerra, el monarca pudo ignorar la protección que
la Convención de Ginebra les concede y negar el acceso a la Cruz Roja
Internacional. En 1990, también gracias a un libro-denuncia de un
periodista francés, el “jardín secreto” del rey fue parcialmente
descubierto, y el monarca se vio obligado a dar a conocer, al Comité de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, los nombres y
localizaciones de algunos centros de detencion. El año siguiente fueron
liberados 300 presos, que formaban parte de la larga lista de
desaparecidos, y comenzaron los procesos. A día de hoy, no obstante
la liberación de todos los presos marroquíes por parte del Frente
Polisario, los desaparecidos saharauis son 526 civiles y 151
militares.
Marruecos, gracias sobre todo al arma de la corrupción y la promesa de
privilegios y, a veces, de parcelas de poder, ha conseguido que algunos
miembros del Polisario cambiaran de bando. Estos
desertores saharauis han sido usados por la propaganda marroquí. A pesar
del descubrimiento de los “jardines secretos” de Hassan II y de algunas
fosas comunes, la monarquía marroquí le ha dado la vuelta a los motivos
de las denuncias del Polisario. De hecho, según su propaganda, los
prófugos no habrían escapado a causa de los bombardeos marroquíes, sino
que habrían sido secuestrados por el Polisario en los campos de Tindouf,
donde serían torturados y hechos desaparecer.
“[…] ninguna causa puede justificar lo que está haciendo el Polisario
cuando secuestra a la gente contra su voluntad en un desierto aislado
donde no tienen la más mínima relación con el exterior, sembrando el
terror contra los que quieren escapar de sus siniestros campos de
concentración apenas camuflados, y recurriendo a la violencia armada
contra mujeres y ancianos […] En esos campos no existe el derecho de
circular, de viajar, de visita, es el reino de la arbitrariedad, de los
“comisarios políticos” y de los distintos sistemas de vigilancia
política. Las familias son separadas la una de la otra y se les impide
juntarse con sus parientes. Todo esto sucede en ausencia total de
transparencia, de información sobre lo que sucede realmente […] A menudo
los jefes de los campos organizan un recuento por la mañana y por la
noche para controlar si están todos presentes, porque la gente escapa
para reencontrar la propia libertad. Desgraciadamente las mujeres y los
niños, y también los ancianos, frecuentemente no lo consiguen. El
aislamiento geográfico agrava esta situación de desolación total. Los
maridos, los hermanos, permanecen a su pesar, porque no pueden partir
sin sus hijos, sin sus parientes”.
Desde 1999 se ha difundido una protesta generalizada, que se expresa
mediante manifestaciones públicas y no violentas que los mismos
Saharauis llaman Intifada. Los motivos de la protesta son tanto la falta
de libertad como la reivindicación de independencia. Desde el 21 de mayo
del 2005, la Intifada ha retomado fuerza y está en curso una resistencia
popular no violenta, para protestar contra la sistemática violación de
los derechos humanos. La reacción de las autoridades marroquíes se ha
traducido en una violenta represión, particularmente contra los
activistas de derechos humanos. Amnistía Internacional ha intervenido
exigiendo insistentemente a las autoridades marroquíes el garantizar a
todos un proceso equo, el respeto de los derechos humanos y el
procesamiento de las personas responsables de tales violaciones. Las
asociaciones marroquíes que trabajan en defensa de los derechos humanos
se han unido al llamamiento por la liberación de los presos políticos
saharauis.
Concluimos con una amarga constatación: la MINURSO, la misión de la ONU
presente en el territorio, no ha denunciado nunca ni ha intervenido
jamás frente a la sistemática violación de los derechos humanos. A pesar
de que el pasaje de los poderes administrativos a la MINURSO nunca se ha
producido, por causas ya vistas, resulta un hecho grave que la ONU haya
sido una espectadora pasiva en el Sahara Occidental.
Il popolo
Saharawi è costituito da numerosi gruppi tribali discendenti dai primi
migranti conquistatori islamici. Come nella maggior parte del Maghreb la
religione è l’Islam sunnita.
Il popolo sahrāwī ("sahariano", dalla parola araba sahrā’,
ossia "Sahara"), talvolta trascritto anche sahrawi o saharawi,
è costituito dai gruppi tribali tradizionalmente residenti nelle zone
del Sahara Occidentale gravitanti sul Sāqiyat al-hamra e sul Wadi
al-dhahab (Río de Oro) che, già nel corso della dominazione della
Spagna, avevano cominciato negli anni trenta a reclamare la loro
indipendenza. Sull'area, ricca di fosfati avanzava però pretese anche il
Marocco e fu per questo che le popolazioni della regione hanno
conosciuto grandi difficoltà per realizzare le loro ambizioni e vedersi
riconosciuti su un piano internazionale e persino inter-arabo. Le tribù
sembra discendano da due gruppi insediatisi nell'area fin dall'epoca
delle prime conquiste islamiche, alla fine del VII secolo d.C.. Esse
rivendicano un'ascendenza araba, per dimostrare la quale fanno
riferimento al loro dialetto, definito Hassāniyya, un idioma parlato
anche nella confinante Mauritania e nell'Algeria, caratterizzato da un
impianto strutturalmente arabo pur con vari berberismi e tracce di
idiomi nero-africani, come il wolof.
Il Sahara
Occidentale è un territorio di circa 266.000 Kmq affacciato
sull’Atlantico e confinante con Marocco, Algeria e Mauritania. Nel punto
di incontro dei confini di questi tre stati, in territorio algerino,
sono situati i Campi Profughi Saharawi, principale luogo di attività
del paese nonché territorio d’intervento del presente progetto. La
regione è in gran parte desertica, le precipitazioni sono scarse e nelle
poche aree coltivabili si trova soprattutto una agricoltura di
sussistenza.
La
popolazione Saharawi si è rifugiata in questa zona a seguito
dell’occupazione da parte del Marocco e della Mauritania del loro
territorio il Sahara occidentale.
Il Sahara Occidentale è una regione del Nordafrica. È stata una
colonia spagnola (con il nome di Sahara Spagnolo) fino al 1976
quando la Spagna si ritirò e il Marocco ne annetté i due terzi
settentrionali e il resto del territorio nel 1979, a seguito del ritiro
della Mauritania pattuito col Fronte Polisario. Le Nazioni Unite hanno
emesso numerose risoluzioni di condanna all'annessione ribadendo
comunque il diritto del popolo sahrawi all'autodeterminazione.
Il Fronte Polisario, già attivo fin dal 1973 nella lotta contro la
colonizzazione spagnola, si oppose alle annessioni e proclamò il 27
febbraio 1976 la Repubblica democratica araba Sahrawi. La
Repubblica è stata proclamata il 27 febbraio 1976 dal Fronte Polisario a
Bir Lehlu. Esercita il potere sovrano sulle quattro zone autonome dei
campi dei rifugiati Saharawi a sud di Tindouf in Algeria e su circa un
quarto del territorio del Sahara Occidentale, detta zona libera, ai
confini con l'Algeria e della Mauritania. Rifacendosi al diritto di
Autodeterminazione dei popoli è in attesa dal 1990 del referendum
programmato per l'eventuale presa in possesso del Sahara Occidentale.
L'eventuale transizione è affidata dalle Nazioni Unite alla missione
MINURSO.
La guerriglia contro il Marocco terminò con un cessate il fuoco del 1991
con la promessa di celebrare il referendum deciso dall'ONU nel gennaio
1992; il referendum sullo status definitivo del Sahara Occidentale non è
stato tuttavia ancora effettuato. Nel 2004 la durata della missione ONU
nel paese è stata prorogata per consentire l'esame di una nuova proposta
di pace, che prevede un referendum entro 5 anni, durante i quali l'area
sarà soggetta a un'"Autorità del Sahara Occidentale" guidata da un
esecutivo eletto dalla popolazione sahrawi.
Le
principali risorse economiche sono la poca pastorizia possibile
nell’ambito dei campi e nel nomadismo e un modestissimo mercato di beni
e servizi prodotto dalle rimesse estere e dalle pensioni di guerra
spagnole. Per il resto l’economia è esclusivamente legata alla
Cooperazione Internazionale e agli Aiuti Umanitari e di Sviluppo.
Nel 1982
la RASD è ammessa all’Organizzazione per l’Unità Africana e inizia a
tessere una serie di rapporti internazionali che porteranno al
riconoscimento di questo stato in esilio da parte di circa 80 Paesi con
conseguente apertura di diversi uffici di rappresentanza in Europa e nel
mondo. Nel frattempo, la guerra con il Marocco ha costretto quasi i due
terzi della popolazione a rifugiarsi nella regione algerina di Tindouf
in una serie di campi profughi. Al fine di separare i rifugiati dalla
terra di provenienza il Marocco innalza un muro di 2.700 chilometri
costellato di milioni di mine.
Nel 1988
su proposta delle Nazioni Unite viene delineato dalle parti in causa un
piano per la risoluzione pacifica del conflitto. Nel
1991, con
il conseguimento di un cessate il fuoco, l’ONU invia in missione nel
Sahara occidentale una delegazione (MINURSO) col compito di vigilare
sulla tregua
e organizzare il previsto
referendum.
Questo referendum è sempre stato fortemente osteggiato dall’autorità
marocchina e all’oggi non si è ancora mai tenuto.
I Territori Occupati: repressione, desaparecidos
e resistenza.
Con
l’invasione del 1976 e l’ingresso delle truppe nel territorio il monarca
marocchino diede avvio al processo di denaturazione dell’identità
saharawi, segnato da innumerevoli violenze e sistematiche violazioni dei
diritti umani.
Nei territori occupati questo processo segue due binari paralleli. Da un
lato, infatti, è stato messo in atto un regime di repressione, che mira
ad eliminare ogni elemento identitario saharawi: vige il divieto di
parlare hassanija, di indossare gli abiti tradizionali
saharawi, di sventolare la bandiera della Rasd
ed è bandita ogni espressione di sentimenti
nazionalistici. Chiunque venga sospettato di simpatizzare per il
Polisario viene arrestato e torturato, allungando la lunga lista dei
desaparecidos saharawi. L’informazione è controllata e
filtrata, e la scarsa presenza di giornalisti stranieri viene mantenuta
sotto un controllo costante. I Saharawi non possono costituirsi in
nessun tipo di associazione, neanche a scopo sociale. Per impedire ai
saharawi rimasti nei territori occupati di congiungersi agli esuli di
Tindouf o, semplicemente, di lasciare il paese, la polizia militare ha
ritirato, fin da subito, tutti i passaporti.
Mentre si cercava di eliminare ogni segno identitario saharawi, il
monarca perseguiva, parallelamente, una politica di popolamento della
colonia, in modo da dare una diversa configurazione alla popolazione del
Sahara Occidentale: quella di una popolazione fedele al proprio re. I
coloni marocchini vennero reclutati grazie a un incentivo economico e
alla prospettiva del recupero delle terre.
Parallelamente all’attuazione di questo regime repressivo, venne
attivata una politica di integrazione dei Saharawi nella popolazione
marocchina. Questa linea viene perseguita attraverso vari strumenti: i
matrimoni misti, l’educazione, come mezzo per far perdere ai giovani
saharawi i propri riferimenti culturali e identitari (insegnamento del
dialetto marocchino, programmi scolastici, in particolar modo quelli di
storia e letteratura, che rinviano unilateralmente all’identità
marocchina) e la corruzione morale (tra cui, alcool, droga e
prostituzione).
Nei territori occupati la polizia militare ha dato vita ad un vero e
proprio regime di terrore: le continue persecuzioni senza mandato e
l’arresto senza imputazione costituiscono
la norma. I
detenuti sono posti in centri segreti e subiscono, regolarmente,
maltrattamenti e varie forme di tortura, che Amnesty International ha
denunciato fin dai primi anni. Gli accusati vengono raramente
processati, in modo da non fare arrivare a livello pubblico le denunce
di maltrattamento e tortura.
La scomparsa di civili e gli arresti arbitrari seguono, spesso, vendette
trasversali: non potendo colpire l’avversario colpiscono tutta la sua
famiglia. Spariscono bambini, donne, anziani, intere famiglie. Molti
muoiono nelle carceri, tanti sono impazziti, tutti sono torturati.
“[...] Cominciai ad avere incubi e a vedere
fantasmi. Poi persi la memoria e incominciai a delirare e le guardie mi
punivano, perchè non avevo il permesso di parlare.”
Diffusa, infatti, è la scomparsa degli
arrestati e, per molti anni, sono rimasti segreti i luoghi di
detenzione, anche alle famiglie stesse.
“E’ una tecnica praticata dai regimi per destabilizzare la famiglia e
gli amici, per fiaccare la loro resistenza, per terrorizzare la
popolazione e per generalizzare il senso di insicurezza.”
Nonostante ciò, molte famiglie saharawi trovarono il coraggio di
organizzarsi nell’ Afapredesa, l’Associazione dei familiari
dei prigionieri e degli scomparsi saharawi.
I desaparecidos saharawi, civili e militari, che fino agli
anni’80 erano circa 800, non furono riconosciuti, per moltissimi anni,
dal regime marocchino. In un primo tempo, il Marocco non riconobbe
neppure l’esistenza del Polisario. Non riconoscendo l’esistenza di
questi prigionieri politici e di guerra, il monarca potè ignorare la
protezione che la Convenzione di Ginevra accorda loro e negare l’accesso
alla Croce Rossa Internazionale.
Nel 1990, anche grazie a un libro-deuncia di un giornalista francese,
il “giardino segreto” del re venne parzialmente scoperto, e il monarca
fu costretto a rendere noti, al Comitato delle Nazioni Unite per i
diritti umani, i nomi e le locazioni di alcuni centri di detenzione.
L’anno successivo vennero liberati 300 detenuti, che facevano parte
della lunga lista di desaparecidos, ed iniziarono i
processi.
Ad oggi, nonostante la liberazione di tutti i prigionieri marocchini da
parte del Fronte Polisario, i desaparecidos saharawi sono
526 civili e 151 militari.
Il Marocco, grazie soprattutto all’arma della corruzione e la promessa
di privilegi e, talvolta, di ruoli di potere, è riuscito a fare mutare
parte ad alcuni membri del Polisario. I fuoriusciti saharawi sono stati
usati per la propaganda marocchina. Nonostante la scoperta dei “giardini
segreti” di Hassan II e di alcune fosse comuni, la monarchia marocchina
ha ribaltato i motivi delle denunce del Polisario. Secondo la
propaganda, infatti, i profughi non sarebbero fuggiti a causa dei
bombardamenti marocchini, ma sarebbero stati sequestrati dal Polisario
nei campi di Tindouf, dove verrebbero torturati e fatti scomparire.
“[..]
nessuna causa può giustificare quello che sta facendo il “Polisario”
quando sequestra la gente contro il suo volere in un deserto isolato
dove non ha il minimo legame con l’esterno, seminando il terrore contro
coloro che vogliono fuggire dai suoi sinistri campi di concentramento
appena camuffati, e ricorrendo alla violenza armata contro donne e
anziani [...]
In quei campi, non c’è diritto di circolare, di viaggiare,
di visitare, è il regno dell’arbitrario, dei “commissari politici” e dei
vari sistemi di sorveglianza politica. Le famiglie sono allontanate
l’una dall’altra, e impedite di raggiungere i loro parenti. Tutto ciò
avviene nella mancanza totale di trasparenza, d’informazione su quello
che succede realmente. [...]
Spesso i capi di campi
organizzano un raduno la mattina e la sera per controllare se sono tutti
presenti, perché la gente fugge per ritrovare la propria libertà.
Purtroppo le donne e i bambini, ed anche gli anziani non ci riescono
spesso. L’isolamento geografico aggrava questa situazione di desolazione
totale. I mariti, i fratelli rimangono loro malgrado, perché non possono
partire senza i loro figli, i loro parenti.”
Dal 1999 si è diffusa una protesta
generalizzata, che si esprime attraverso manifestazioni pubbliche e
non-violente che gli stessi Saharawi chiamano Intifada. La protesta
muove, sia dalla, mancata libertà, che dalla rivendicazione
d’indipendenza.
Dal 21 maggio 2005 l’Intifada ha ripreso vigore ed è in corso una
resistenza popolare non violenta, per protestare contro la sistematica
violazione dei diritti umani. La reazione delle autorità marocchine si è
tradotta in una violenta repressione, in particolar modo nei confronti
degli attivisti dei diritti umani.
Amnesty International è intervenuta chiedendo insistentemente alle
autorità marocchine di garantire a tutti un processo equo, di rispettare
i diritti umani e di processare le persone responsabili di tali
violazioni.
Le associazioni marocchine che operano in difesa dei diritti umani si
sono uniti all’appello di liberazione dei prigionieri politici saharawi.Concludiamo
con un’amara constatazione: La Minurso, la missione dell’Onu presente
nel territorio, non ha mai denunciato, nè è mai intervenuta davanti alla
sistematica violazione dei diritti umani. Nonostante il passaggio dei
poteri amministrativi alla Minurso non sia mai avvenuto, per cause già
viste, risulta comunque di una certa gravità che l’Onu sia stata
spettatrice passiva nel Sahara Occidentale.
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